Manolo
andaba mirando entre las cazuelas.
—¿Qué
tienes por aquí?
—De
todo.
—¿No
tienes caldo de muerto?
—No. De
vivo, si quieres.
Manolo
señaló una sartén cuyo contenido humeaba.
—¿Y
eso? —y Goyo dijo,
—Se
fríe cebolla, ajo y pimiento, por este orden, todo picado, y se deja que se
haga bastante rato, hasta que se medio caramelice. Entonces echas tomates
pelados y picados y lo dejas cocer hasta que se evapore la mayor parte del
líqudo. ¿Qué es eso?
Manolo
ni se lo imaginaba.
—Eso es
pisto.
El caso es que uno de mis lbros es un manual de cocina, un recetario, y aunque a estas alturas todo el mundo lo sabe, lo voy a volver a decir. Es este:
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