miércoles, 13 de noviembre de 2019

La cebolla y su sopa



La cebolla, pese a lo que piensa mucha gente que no sabe cocinar o prefiere comer comida preparada (latas, congelados, precocinados), es la base de la cocina española y resulta difícil nombrar un plato en el que no intervenga.
¿Cómo se empiezan los estofados, las patatas guisadas, los pistos, los pescados al horno, las tortillas de patata…? Friendo cebolla picada. ¿Y los cocidos? Picando cebolla para que cueza con garbanzos, alubias o lentejas. ¿Y qué decir de los gazpachos o de las sopas, en los que resulta ineludible? ¿Y los platos cuyo nombre alude a esta maravilla, como son los encebollados, riñones encebollados, bonito encebollado…? ¿Y los aros de cebolla fritos sin más, que para tantas cosas sirven?
Prácticamente todo se hace con cebolla, y no sé cómo nos apañaríamos sin ella, y para que se vea que sola también se puede comer, ahí va una receta que está buenísima:

Sopa de cebolla
Dos cebollas. Se pican más o menos y se rehogan en aceite del bueno. Cuando están blandas se añade caldo y se pasa todo con la minipimer, con lo que se consigue una pasta más o menos líquida. Se añade más caldo de carne (también sirve el de verduras), pan duro en trozos –bastante, como media barra–, salsa de tomate (un par de cucharadas), un puñado de arroz y sal al gusto, y se cuece todo una hora o cosa así. Cuando cuece se sumergen en la sopa un par de huevos (enteros), que, una vez cocidos (un cuarto de hora) se pelan y pican encima de la cazuela. Al final, cuando ya parece que está todo, se le añade queso rallado, o queso de cabra en trozos, y se revuelve de forma que se deshaga, pero sin levantarle la vista de encima o poner el fuego fuerte porque el queso se agarra al fondo.
Se deja reposar un rato y se recalienta para comer, con mucho cuidado de que no se pegue el fondo (por el queso). Una alternativa final es verterla en una fuente de horno y gratinarla para que se haga una buena costra por encima.
Otra forma: se pican tres cebollas gordas y se sofríen con aceite. Una vez hechas se añade una cucharada de harina y se revuelve para que se fría. A continuación se añade bastante caldo y se hace cocer durante una hora u hora y media. Una vez todo cocido, que la cebolla se habrá deshecho casi por completo, se añaden unos huevos duros picados, pimienta y un poco de coñac, y se deja cocer otros cinco minutos. El resultado final deberá tener bastante cuerpo.
Para servirla se vierte en una fuente de horno y, encima, se colocan varias rebanadas de pan basto y tostado previamente, con mucho queso parmesano y emmenthal o gruyère de forma que lo cubra todo, y el conjunto se gratina a horno fuerte.

Podría seguir, pero lo dejo AQUÍ.

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